La neurociencia demuestra que el elemento esencial en el aprendizaje es la emoción

El investigador en neurociencia Francisco Mora asegura que el elemento esencial en el proceso de aprendizaje es la emoción porque sólo se puede aprender aquello que se ama, aquello que le dice algo nuevo a la persona, que significa algo, que sobresale del entorno en Neuroeducación, el libro que acaba de publicar en Alianza Editorial.

Sin emoción no hay curiosidad, no hay atención, no hay aprendizaje, no hay memoria. Neuroeducación

La alegría como base del aprendizaje

El científico señala que «los niños hoy aprenden, desde muy pronto, conceptos abstractos en habitaciones con ventanales sin mucha luz o luz artificial, con el rigor y la seriedad de maestros que se aleja de aquel «juego» primitivo que generaba aprender y memorizar de lo sensorial directo, «con alegría», base de la atención y el despertar de la curiosidad».

Entender esto hoy en su raíz y desde la perspectiva de cómo funciona el cerebro y sacar ventaja de ello –afirma– «es un primer principio básico de la enseñanza con el que se puede llegar a aprender y memorizar mejor. estos principios se pueden extender en su aplicación no solo a la enseñanza básica o durante la adolescencia sino a los más altos estudios universitarios o a estudios aplicados sea la empresa o la investigación científica».

Asimismo añade que «la neurociencia cognitiva ya nos indica, a través del estudio de la actividad de las diferentes áreas del cerebro y sus funciones que solo puede ser verdaderamente aprendido aquello que te dice algo. aquello que llama la atención y genera emoción. aquello que es diferente y sobresale de la monotonía».

«La atención, ventana del conocimiento, despierta cuando hay algo nuevo en el entorno. Ese ‘algo nuevo’ apela, como hace millones de años, a la supervivencia como último significado» –añade–. «La atención nace de algo que puede significar recompensa (placer) o castigo (peligro) y que por tanto tiene que ver con nuestra propia vida». «Pero con el devenir evolutivo y la propia civilización –advierte Mora–, aprender y memorizar son mecanismos que los hemos llevado a unos niveles tan abstractos y de tan alto calado social que escapan y se han venido alejando de las raíces inviolables, genéticas y evolutivas, de aquella alegría que en su origen significó verdaderamente aprender y memorizar».

Conocer cómo funciona el cerebro revitalizaría la enseñanza

A su juicio, revitalizar hoy la enseñanza y el aprendizaje en este nuevo contexto de una cultura avanzada, «requiere un conocimiento de cómo funciona el cerebro en esos procesos y llevarlo a los maestros y los profesores para que estos finalmente lo apliquen en las aulas». Asegura que «de esto se han dado cuenta muy recientemente prestigiosos pensadores e instituciones como el recién creado Centro de Neurociencia para la Educación de la Universidad de Cambridge o la International Mind-Brain and Education Society a través de su revista Mind, Brain and Education». No obstante asegura que «es bien cierto que, hasta ahora, el conocimiento extraído de las neurociencias no ha sido fácil mostrarlo a los maestros y ellos transferirlo como método a la enseñanza de los niños o los estudiantes de instituto».

Reconoce que «existen problemas en la relación neurocientífico-maestro (y mas allá profesores universitarios) sobre todo en el lenguaje utilizado por los primeros para dirigirse a los segundos en la transferencia de estos conocimientos. y en los segundos, los maestros, para captar, con certeza y seguridad esos conocimientos a la hora de emplearlos con los alumnos».

«Desde esta perspectiva como base –subraya– se pretende construir este libro que propongo con el título de Neuroeducación y que tendría un formato similar al libro ¿Se puede retrasar el envejecimiento del cerebro?»

Mora, utilizando un lenguaje sencillo, conciso y asequible pretende «desarrollar las contestaciones a las preguntas básicas y los componentes esenciales del problema que representa el advenimiento de la neurociencia para la educación y enumerar y describir brevemente las soluciones y ventajas de estas nuevas concepciones».

El diario El Mundo ha publicado una entrevista al científico con motivo de su laudatorio en homenaje a la neuróloga Rita Levi-Montalcini en la embajada italiana.

Fuente: Canal Lector

La meditación «apaga» el hemisferio izquierdo y «activa» el derecho

La meditación «apaga» el hemisferio izquierdo y «activa» el derecho», según un estudio que el grupo de investigación de Neuroquímica y Neuroimagen de la Universidad de La Laguna ha realizado con personas mientras practicaban yoga, pero que puede extrapolarse a todo tipo de meditación.

El neurofisiólogo José Luis González Mora, director del grupo de investigación, ha explicado a Efe que la finalidad del trabajo «Identificar los correlatos neurales del estado de silencio mental experimentado a través de la meditación Sahaja Yoga» era saber qué ocurre en el cerebro en un estado alterado de conciencia, cuando una persona medita.

Este trabajo ha sido publicado en el «Journal of alternative and complementary medicine» y en su elaboración también han participado José Suero, Katya Rubia y Sergio Hernández, como primer autor.

Sergio Hernández, ingeniero de telecomunicaciones que investiga en neurociencia, explicó a Efe que el Sahaja Yoga se basa en llegar a establecer el silencio mental, un estado, agregó, que es ideal para el reequilibro mental.

El estudio se ha llevado a cabo con técnicas de neuroimagen y José Luis González Mora indicó que el llamado estado de silencio mental se consigue con el yoga, pero también con otras técnicas cuyo denominador común sea llegar a un estado mental en el que se consiga alguna recompensa como placer.

Recordó que el hemisferio izquierdo del cerebro es más analítico, mientras que el derecho es más integrador y destacó que las experiencias mentales que se tienen en estado de meditación no son algo esotérico sino manifestaciones fisiológicas del sistema nervioso central.

González Mora reconoció que hay quienes utilizan la meditación como algo parecido a una religión, pero en realidad, afirmó, no es ni más ni menos que un entrenamiento para conseguir ayudas.

La idea de este experimento era focalizar la atención en una región del cerebro que quienes practican yoga utilizan para concentrarse, en un experimento en el que participaron once mujeres y ocho hombres.

Con las pruebas de resonancia magnética se obtuvieron un «montón» de activaciones cerebrales que, una vez analizadas por separado, mostraron que con la concentración máxima se activaban básicamente la corteza frontal inferior derecha y la parte anterior de la ínsula derecha según profundizaban en la meditación, y sugiere que refleja el autocontrol necesario para los procesos inhibitorios necesarios para alcanzar el estado de silencio mental.

También se activan las dos regiones laterales del lóbulo temporal.

Según José Luis González Mora, la idea es que cuando ocurre lo anterior y se activan la corteza frontal inferior derecha y la ínsula derecha, lo que se entiende es que esas áreas intentan focalizar la atención para concentrarse mejor y llegar al «silencio mental».

Los investigadores también han encontrado que en el lóbulo temporal superior y en la parte inferior parietal también se producen activaciones para intentar mantener la atención, para «digamos, no preocuparse ni del pasado ni del futuro, sino sólo del momento presente».

De este modo los investigadores deducen que cuando se quiere alcanzar un estado de meditación se «apaga» ligeramente el hemisferio izquierdo, que podría denominarse como más individualista, y se activa el derecho, que es más integrador.

Las personas que participaron en este experimento fueron «sometidas» a resonancia magnética funcional durante tres cortos consecutivos períodos de meditación, en contraste con un estado de relajación de control.

Explicó Jose Luis González Mora que cuando se trabaja con resonancia magnética lo que se ve es la activación cerebral que de forma indirecta producen en el cerebro por la oxihemoglobina (molécula con oxígeno) y la desoxihemoglobina (molécula sin oxígeno).

Primero se consume el oxígeno que transporta la hemoglobina por el incremento de actividad y luego se produce una vasodilatación, con lo que se aporta oxígeno y glucosa, es decir, más sangre, y se asume que eso significa aumento de actividad.

Una clase gratis de gimnasia de mantenimiento para el cerebro

Hablamos con el prestigioso neurólogo y neurocientífico argentino Facundo Manes, autor, junto a Mateo Niro, del libro ‘Usar el cerebro’, publicado recientemente por Paidós y que lleva por subtítulo ‘Conocer nuestra mente para vivir mejor’. Toda una lección de salud mental. Un ejercicio en el que surgen mil preguntas que parecen ciencia-ficción y respuestas apasionantes.

Las investigaciones para saber más sobre nuestro cerebro, cómo funciona, son positivas en cuanto nos pueden ayudar a tratar muchos males que nos aquejan, como ansiedades, fobias, depresiones, bipolaridad y Alzheimer, y que cada vez parece que son más frecuentes, pero ¿no produce también pavor que desde el poder se aprovechen esos conocimientos para controlarnos mejor, manipularnos más? ¿No nos sirve de escudo que aún nuestros cerebros sean incontrolables y desconocidos, incluso para nosotros mismos?

Yo creo que es inevitable que la ciencia avance en el estudio sobre el cerebro; en las últimas décadas hemos aprendido más sobre el funcionamiento cerebral que en toda la historia anterior de la Humanidad; debido sobre todo a los avances en genética y en neuroimágenes, y también a que las potencias, EE UU, Europa, China, han puesto el estudio del cerebro como una prioridad de la ciencia. Es inevitable que avancen los hallazgos sobre el cerebro, y por eso deben difundirse, para que haya un debate social; ese conocimiento no puede estar restringido a los laboratorios, tiene que llegar a toda la sociedad, para que se debata sobre las implicaciones éticas que ello supone.

¿No cree, pues, que en esa prioridad de las potencias hay un interés soterrado, y a veces incluso poco disimulado, sobre cómo manejar mejor a las masas?

Hay muchos intereses; pero también el de descifrar la fisiopatología de enfermedades que suponen unos costes enormes a la sociedad, como las depresiones. Por otro lado, aprendiendo de cómo funciona el cerebro se pueden crear sistemas inteligentes o mejorar la inteligencia artificial. Los intereses para estudiar la mente son múltiples, por eso la sociedad debe estar alerta sobre los avances, para que haya un debate ético y moral, que incluye el uso de los Gobiernos de esos conocimientos.

De todos los avances en el conocimiento del cerebro, ¿cuáles destacaría usted de los últimos años?

Uno que me sorprende es que la neurociencia ha demostrado de manera convincente que la memoria no es tanto el hecho que vivimos, sino el último recuerdo; cada vez que evocamos algo lo vamos modificando.

Es decir, ¿vamos reinterpretando nuestro pasado según nuestra evolución, los recuerdos no son algo monolítico, sino que los vamos transformando, adaptando?, ¿quizá por eso hay instantes de nuestra adolescencia que nos resultan un horror en la juventud, y luego, en la madurez, los recordamos como mejores, nos reencontramos y reconciliamos con esa adolescencia a veces tan dura…?

Totalmente; la memoria es un acto creativo, reconstruye los recuerdos cada vez que los evoca… Cuanto más invocamos un recuerdo, más lo podemos modificar. Y otro aspecto de los avances científicos que me ha sorprendido es la demostración de que hay regeneración neuronal, incluida la edad adulta; lo que prueba que el cerebro tiene neuroplasticidad; la experiencia cambia las conexiones neuronales, la experiencia modula nuestro cerebro. Se generan conexiones permanentemente. La experiencia modula nuestro cerebro.

¿En qué son punteros en su laboratorio?

En tres temas. En el estudio de la demencia que atrofia el glóbulo frontal y que cambia la personalidad; los afectados mantienen la memoria pero se convierten en personas más vulgares, impulsivas, desinhibidas; estamos desarrollando técnicas de predicción. En qué pasa en el cerebro de los pacientes en estado vegetativo. Y en la empatía, el cerebro social, la toma de decisiones, la inteligencia emocional; cómo lesiones cerebrales afectan a la inteligencia emocional y la toma de decisiones. Una lesión cerebral te puede cambiar la personalidad.

¿Es cierto que se ha adelantado tan poco en el tratamiento de las enfermedades mentales, que seguimos en una etapa rudimentaria?

Sí, lamentablemente, en la enfermedad mental estamos como en la diabetes o en la enfermedad cardiaca hace 60 o 70 años; y es que todavía no tenemos un marcador biológico, con lo cual se hace muy subjetivo el diagnóstico y el seguimiento del tratamiento. Y esto se resuelve con más ciencia. Pero no una ciencia reduccionista, porque la enfermedad mental es también el producto de la interacción con el mundo, con el nicho social, en el ambiente; así que el abordaje del trastorno mental se debe hacer desde un plano complejo, porque es la interacción de lo biológico con lo social.

A menudo nos olvidamos de que el cerebro no trabaja sólo en una dirección; es decir que no sólo recibe sino que también está emitiendo mensajes, ¿no?

Exactamente. Uno puede reescribir la realidad. El cerebro crea la realidad. La manera en que pensamos es la manera en que sentimos. Si yo pienso que a vos esta entrevista te está gustando, me voy a sentir bien; pero si pienso que te sentís defraudado, me voy a sentir mal. Todo lo fabrica mi cerebro. Si uno tiene pensamientos tóxicos, negativos, va a acabar sintiéndose mal, eso está claro.

¿Y qué me dice de la inteligencia colectiva?

Es un tema de mucho interés ahora. Cuando uno está en grupo, sabemos que la inteligencia individual se expande. O, dicho de otra manera, el coeficiente intelectual de grupo es mucho más que la suma de las partes. Hoy el conocimiento se genera en equipo. Se han estudiado los factores que predicen el éxito de un equipo: uno es el nivel de empatía de los integrantes de ese grupo; otro, que no haya una voz dominante en el grupo, sino varias voces dominantes; y el tercer factor que predice el éxito de un grupo es la presencia de mujeres; se cree que se debe a que son más emocionales; mejor dicho, no es tanto eso, como que manejan de forma diferente las emociones y la empatía.

¿Es distinto el cerebro de una mujer del cerebro de un hombre?

A nivel funcional, sí. A nivel anatómico no tanto; un patólogo no se daría cuenta viendo en una mesa 10 cerebros cuál fue de una mujer o de un varón; pero a nivel funcional sí. Es lógico que así sea, porque desde el útero hay baños hormonales diferentes. Ellas manejan de forma muy distinta las emociones.

Digamos que aquí no importa tanto la anatomía, como las conexiones neuronales…

Exacto. La manera de procesar de los cerebros.

Y por lo que me dice, además, esa manera de procesar, de funcionar el cerebro, va cambiando, ¿no? Y eso es algo de lo que tampoco somos perfectamente conscientes…

Obviamente, las experiencias, las vivencias lo van modulando.

Así que, como con los músculos, el entrenamiento es importante… ¿Todo lo que le va bien al cuerpo le va bien al cerebro?

Todo lo que le va bien al corazón le va bien al cerebro. Y, sobre todo, tres cosas: el ejercicio físico, que genera nuevas conexiones neuronales, es un buen ansiolítico, un buen antidepresivo; la vida social, el contacto social es muy importante, y sobre todo con gente más joven; y, además, el desafío intelectual, aprender cosas nuevas. Más todo lo que le hace bien al sistema vascular, al corazón. ¡Ah!, y muy importante, el optimismo.
¿Pero el optimismo se puede entrenar? ¿O uno nace optimista o pesimista?

Bueno, hay gente que tiene mayor resiliencia, que ve el vaso lleno cuando otros lo ven vacío, eso está claro. Pero hay algo en el libro que debemos recordar, una frase atribuida a Einstein…

…Que podemos leer en la página 59 y que me parece que la deberíamos llevar siempre en el bolsillo o en la cabeza o en el corazón: «Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad»…

Exactamente… Pero es verdad que hay ciertas situaciones, como la depresión, que nos causan una apatía y pérdida de voluntad, una abulia permanente, y es en esos casos cuando debemos pedir ayuda a los profesionales. El límite es cuando esa apatía impacta en nuestra vida diaria, laboral, familiar; entonces se debe pedir ayuda.

Entonces, ¿qué puede decirnos sobre el Alzheimer, que tanto incide en nuestra sociedad y tanto nos preocupa? ¿Puede haber gimnasia de mantenimiento para prevenirlo?

El principal factor de riesgo para el Alzheimer es la edad; y el mundo está viviendo más, por eso hay más Alzheimer. Es el principal factor de riesgo, sin duda: la edad. Pero una cosa importante que hoy sabemos es que los cambios cerebrales preceden a la enfermedad de Alzheimer en décadas. Esos cambios preceden a la aparición de los síntomas en dos o tres décadas. Por eso hoy hay bastante evidencia de qué podemos hacer para intentar disminuir el deterioro cognitivo. Y es cuidar el sistema vascular, el sobrepeso, comer sano, controles de colesterol, de tensión arterial…

Dentro de esa gimnasia de mantenimiento también es importante el sueño, ¿no?

Sí, dormir es salud.

‘Dormir bien para estar despiertos’ es el título de una de las subsecciones de su libro.

Exactamente. El sueño hoy es uno de los factores más importantes para reducir el estrés, para vivir mejor; la gente debe tener un sueño reparador. Por lo que se ha demostrado ya científicamente, el sueño tiene tres funciones primordiales: consolida la memoria, interviene en la modulación de la respuesta inmunológica y modula la respuesta hormonal. Quien no duerme bien está más irritable, de mal humor; y rinde cognitivamente menos.

También recomienda en su libro la meditación.

La meditación cambia las conexiones neuronales. Hoy sabemos que hay cambios en el cerebro cuando meditamos, y es, de hecho, una de las sugerencias de muchos especialistas hoy para tratar la ansiedad y el estrés.

Ay, el estrés. Otro de los males más extendidos en las sociedades del Primer Mundo, las supuestamente acomodadas.

El estrés es una respuesta fisiológica normal del cerebro, que nos ayuda a superar ciertos retos, a estar activos… Ese estrés es bueno. Pero el estrés crónico es el problema. Cuando ese mecanismo se hace crónico, viene el problema, porque impacta en el ánimo, en el cuerpo, inclusive en el cerebro.

¿Y se pone todo patas arriba?

Exactamente.

¿Y las drogas? Hay expertos que empiezan a relacionar su consumo con un aumento de la tasa de incidencia del Alzheimer en un futuro próximo.

Lo que sabemos es que la adicción secuestra el cerebro e imposibilita el libre albedrío o libre elección.

¿Está cercano el día en que el planeta esté compartido por los seres humanos y los cíborg, mitad humanos, mitad robots?

Hoy vivimos cosas que parecían ciencia-ficción y son ya realidad. Ciertos pensamientos básicos se pueden leer con electrodos en la cabeza. Desde hace ya bastantes años, gente sin movilidad puede pensar en mover ciertos objetos, como el ratón de la computadora, y con esos electrodos en su cabeza, conectados a un brazo robótico, hacer los movimientos que ese sujeto está pensando.

¿Cercano el día en que podamos hacernos intervenciones mucho más profundas que las de cirugía estética, para colocarnos implantes de aumento de ‘gigabytes’ de memoria o de ‘newtons’ de fuerza en los brazos?

Ese es precisamente uno de los temas por los que la sociedad debe estar al tanto de los avances en este plano, porque va a haber dilemas éticos, como por ejemplo, si podemos mejorar nuestra memoria, nuestra inteligencia, y para qué. En eso yo creo que la neurociencia ha de tener unos límites que ha de debatir la sociedad.

Pero posible va a ser posible…

Ya lo es. Ya hay, por ejemplo, medicamentos que refuerzan la memoria. El tema es ¿para qué? Otro asunto es cuando tenemos un problema. Pero si la tenemos normal, ¿para qué queremos aumentarla?, ¿para qué queremos más memoria?, ¿hacen bien estas medicaciones? Hay medicación para Alzheimer que pilotos de aviación han utilizado para mejorar su capacidad espacio-visual. O gente que toma algunos medicamentos como la Ritalina para mejorar la atención.

En esta sociedad de redes sociales y nuevas tecnologías, de móviles y ‘whatsapp’, de tantos mensajes y tan rápidos, de tanto flash y tan poca profundización, ¿está cambiando en las nuevas generaciones la forma de percepción?

No sabemos bien qué está pasando con las nuevas tecnologías en el cerebro. Sabemos algunas cosas. Como que en personas con tendencias ansiosas, compulsivas, obsesivas, la tecnología puede aumentar esas conductas. Por eso es importante no estar conectado todo el día. Es bueno volver a tener introspección, aburrirse, imaginar…

Para terminar, a modo de resumen, y ya que su libro se titula ‘Usar el cerebro’, tres recomendaciones primordiales para gente que se encuentre mal, ansiosa, nerviosa, estresada, para que comiencen a usar bien el cerebro.

Que hagan ejercicio físico, que se conecten socialmente y, si esa angustia impacta y afecta en su vida, que busquen ayuda profesional.

CINCO EJERCICIOS BÁSICOS

A partir de los consejos elaborados por la Clínica de Memoria del Instituto de Neurología Cognitiva de Buenos Aires, creado por Facundo Manes, y recogidos en su libro Usar el cerebro, cinco ejercicios básicos para mantener una mente sana:

1. Desafía tu cerebro a diario con actividades intelectuales y de ocio cultural como hacer cursos, aprender un idioma, ir al teatro o a conciertos, visitar museos o galerías de arte, leer prensa o libros…

2. Haz ejercicios de memoria y de síntesis, operaciones matemáticas sin calculadora, resume y cuenta la trama de las películas que has visto, trata de identificar los ingredientes de los platos que comes en un restaurante o en casa de amigos o familiares.

2. Disfruta de una comida saludable, una dieta mediterránea, con abundantes legumbres, cereales, verduras, frutas y pescado azul, y sin abusar de las carnes. Prohibido el tabaco y las drogas. Y bebe con mucha moderación.

3. Haz ejercicio a diario y que te resulte agradable. Desde yoga y Pilates a caminar o montar en bici, gimnasio, jardinería… Hay muchas opciones.

4. Cuida tu vida social. Habla, sal a la calle, relaciónate con gente más joven que te transmitirá energía, optimismo y otra perspectiva vital.

5. Cuida el tiempo de sueño, y los momentos de descanso y relajación -y también de meditación, de vaciar la mente- a lo largo del día.

La neuroeducación demuestra que emoción y conocimiento van juntos

La neuroeducación es una nueva visión de la enseñanza basada en el cerebro. Es una visión que ha nacido al amparo de esa revolución cultural que ha venido en llamarse neurocultura. La neuroeducación aprovecha los conocimientos sobre cómo funciona el cerebro integrados con la psicología, la sociología y la medicina, en un intento de mejorar y potenciar tanto los procesos de aprendizaje y memoria de los estudiantes, como los de enseñanza por parte de los profesores.
Como dije en el anterior artículo, en el corazón de este nuevo concepto está la emoción. Este ingrediente emocional es fundamental tanto para el que enseña como para el que aprende. No hay proceso de enseñanza verdadero si no se sostiene sobre esa columna de la emoción, en sus infinitas perspectivas.
La neurociencia enseña hoy que el binomio emoción-cognición es indisoluble, intrínseco al diseño anatómico y funcional del cerebro. Este diseño, labrado a lo largo de muchos millones de años de proceso evolutivo, nos indica que toda información sensorial, antes de ser procesada por la corteza cerebral en sus áreas de asociación (procesos mentales, cognitivos), pasa por el sistema límbico o cerebro emocional, en donde adquiere un tinte, un colorido emocional. Y es después, en esas áreas de asociación, en donde, en redes neuronales distribuidas, se crean los abstractos, las ideas, los elementos básicos del pensamiento.
De modo que el procesamiento cognitivo, por el que se crea pensamiento, ya se hace con esos elementos básicos (los abstractos) que poseen un significado, de placer o dolor, de bueno o de malo. De ahí lo intrínseco de la emoción en todo proceso racional, lo que implica aprender y memorizar.
Los seres humanos no somos seres racionales a secas, sino más bien seres primero emocionales y luego racionales. Y, además, sociales. La naturaleza humana se basa en una herencia escrita en códigos de nuestro cerebro profundo, y eso lo impregna todo, lo que incluye nuestra vida personal y social cotidiana y, como he señalado, nuestros pensamientos y razonamientos. Esa realidad se debe poner hoy encima de cualquier mesa de discusión sobre la educación del ser humano.
Es esta realidad la que nos lleva a entender que un enfoque emocional es nuclear para aprender y memorizar, y, desde luego, para enseñar. Y nos lleva a entender que lo que mejor se aprende es aquello que se ama, aquello que te dice algo, aquello que, de alguna manera, resuena y es consonante (es decir, vibra en la misma frecuencia) con lo que emocionalmente llevas dentro. Cuando tal cosa ocurre, sobre todo en el despertar del aprendizaje en los niños, sus ojos brillan, resplandecen, se llenan de alegría, de sentido, y eso les empuja a aprender.
Solo el que aprende bien sobrevive más y mejor. Seguir vivo en un mundo exigente (y el mundo vivo lo es), desde vivir en la selva hasta vivir en un mundo social duro y competitivo, requiere aprender, y aprender bien. El que no es capaz de aprender suele vivir menos, ya lo hemos señalado. Y aprender requiere inexcusablemente basarse en la emoción.
AUTOR INVITADO: FRANCISCO MORA, catedrático de Fisiología Humana (Universidad Complutense) y catedrático adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica (Universidad de Iowa, EEUU). Autor de Neurocultura (Alianza) y Neuroeducación (Alianza).

Cada día nacen 1.400 nuevas neuronas en el cerebro

Hasta hace pocos años se pensaba que, durante la vida adulta, el cerebro no produce neuronas nuevas. Sin embargo, esta teoría no es cierta, y ahora un equipo de científicos del Instituto Médico Karolinska (Suecia) ha diseñado una técnica basada en la medición de carbono 14 para determinar cuántas células se generan al día en el cerebro humano.

Para llevar a cabo su estudio, que se publica en la revista Cell, los investigadores han desarrollado un curioso método. Durante los años 50, en plena Guerra Fría, las pruebas nucleares produjeron un incremento de carbono 14 en la atmósfera. A través de la fotosíntesis, este carbono se incorporó a los vegetales y de ahí se extendió por toda la cadena trófica. Años después, las pruebas nucleares cesaron y los niveles de carbono 14 volvieron a ser más bajos. Cuando las células duplican sus cromosomas, este carbono 14 queda integrado en el genoma, y por tanto constituye un marcador único que indica la edad de dichas células.

Los investigadores analizaron por espectrometría de masas el carbono 14 de células del hipocampo adulto, y llegaron a la conclusión de que cada día se producen unas 1.400 neuronas nuevas en nuestro cerebro, y esta tasa va disminuyendo a medida que se envejece. «Durante mucho tiempo se pensaba que nacemos con un número determinado de células cerebrales, y que es imposible generar nuevas neuronas después de nacer», ha explicado Jonas Frisén, uno de los autores. «Después se empezó a pensar que existe cierta tasa de renuevo, pero no se sabía en qué cantidad, ni su importancia para la función cerebral. En este estudio hemos proporcionado pruebas de que existe neurogénesis en el hipocampo durante toda la vida, lo que sugiere que las nuevas neuronas pueden contribuir a la función del cerebro humano».

Cómo tocar un instrumento beneficia a tu cerebro

¿Sabías que cada vez que los músicos tocan sus instrumentos se desatan fuegos artificiales en sus cerebros?. Por fuera puede que parezcan calmos y concentrados, que leen la música y ejecutan los movimientos precisos y practicados requeridos. Pero dentro de sus cerebros hay una fiesta. ¿Cómo lo sabemos?. En las últimas décadas los neurocientíficos han dado pasos enormes en la comprensión del funcionamiento del cerebro, estudiándolo en tiempo real…